Una noche todas las noches (parecidas pero diferentes)
Llega la medianoche y el imán del primer bar apropiado en los albores adolescentes me atrae hasta sus mesas o su barra. A esa hora aún hay lugar, más tarde será un enjambre bullicioso. Un poco de rock and roll para abatir al embotamiento de pueblo y de excesos culinarios.
El bar todavía está apacible, saludo a algunas de las mozas (las que se encargan del sector “marginal” ), amigas ocasionales de estos días, estamos con Matías (o no), me encuentro con gente, despuntamos el vicio de la charla, junto a los vicios de puchos y bebidas. A veces no pasa nada, noches tranquilas. A veces alguno trae sus carajos, o los demás pasan con sus carajos, como la policía que inunda las calles de este controlado caserío. Mucha tropa riendo en las calles, pienso. A los pibes (los rolingas) del pueblo se los persiguen continuamente.
Se arma el revuelo, dos camionetas y policías de civil con palos, se llevan a uno. Los otros están enfrente al bar, uno (que conocí estos días) esta tirado muy “dormido”. Antes que la cana decida actuar lo traemos a la camioneta, paseamos, le preguntamos donde vive, murmurea palabras inconexas, pero poco a poco va reaccionando. Ya es de día y el gordo patotero del palo cargado de amenazas y resentimiento no está; si los amigos del rolinga, lo dejamos y esta noche finaliza ya sin oscuridad.
Mucha tropa riendo en las calles.
con sus muecas rotas cromadas.
y por las carreteras valladas
escuchás caer tus lágrimas.
Nuestro amo juega al esclavo
de esta tierra que es una herida
que se abre todos los días
a pura muerte, a todo gramo.
violencia es mentir.
formidables guerreros en jeeps.
los titanes del orden viril.
¿qué botines esperan ganar?
si nunca un perro mira el cielo.
si hace falta hundir la nariz
en el plato lo vamos a hacer.
por los tipos que huelen a tigre,
tan soberbios y despiadados.
violencia es mentir.
El bar todavía está apacible, saludo a algunas de las mozas (las que se encargan del sector “marginal” ), amigas ocasionales de estos días, estamos con Matías (o no), me encuentro con gente, despuntamos el vicio de la charla, junto a los vicios de puchos y bebidas. A veces no pasa nada, noches tranquilas. A veces alguno trae sus carajos, o los demás pasan con sus carajos, como la policía que inunda las calles de este controlado caserío. Mucha tropa riendo en las calles, pienso. A los pibes (los rolingas) del pueblo se los persiguen continuamente.
Se arma el revuelo, dos camionetas y policías de civil con palos, se llevan a uno. Los otros están enfrente al bar, uno (que conocí estos días) esta tirado muy “dormido”. Antes que la cana decida actuar lo traemos a la camioneta, paseamos, le preguntamos donde vive, murmurea palabras inconexas, pero poco a poco va reaccionando. Ya es de día y el gordo patotero del palo cargado de amenazas y resentimiento no está; si los amigos del rolinga, lo dejamos y esta noche finaliza ya sin oscuridad.
Mucha tropa riendo en las calles.
con sus muecas rotas cromadas.
y por las carreteras valladas
escuchás caer tus lágrimas.
Nuestro amo juega al esclavo
de esta tierra que es una herida
que se abre todos los días
a pura muerte, a todo gramo.
violencia es mentir.
formidables guerreros en jeeps.
los titanes del orden viril.
¿qué botines esperan ganar?
si nunca un perro mira el cielo.
si hace falta hundir la nariz
en el plato lo vamos a hacer.
por los tipos que huelen a tigre,
tan soberbios y despiadados.
violencia es mentir.
Patricio Rey y sus redonditos de ricota
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