martes, 25 de enero de 2005

La vida pos cromagñon - Odios

La ley se empecina con los rolinga, será porque ellos explicitan que algo no anda prolijito, que algo falla en ese “pulcro pueblo” esforzado por parecer.



Los pibes no tienen coimas y hostigarlos tapa negocios que prolijamente no se expresan, pero ellos si manifiestan algún tipo de reacción, algún desencanto confuso con lo que los rodea. La ley no se mete con los fiolos que se sientan en la mesa de al lado con menores de edad diciéndoles que hacer. El empecinamiento no es con la red de cabarets que le da el mote de “La perla del oeste” desde que algún comisionista o viajante decidió parar en este sabroso pueblo que ofrece la mejor carne al mejor precio (incluyendo los bifes de chorizos de “El rey del bife”). No. Es mejor jugar a los policías con adolescentes en rebeldías “sin causa” (siempre hay algo, de mínima la pose). Qué mejor que arrebatarle las dos banderas de callejeros en la marcha que organizaron una veintena y llevarse a los dueños de los trapos. Qué mejor que perseguirlos cada noche en cada esquina, en cada banco de plaza, en cada bar.



Me cargo de impotencia y un gordo de civil con palo en mano se está por llevar a otro pibe. Le gritamos desde el bar, el gordo se enfurece y los dos patrulleros con sus seres azulados también. Agarra a otro pibe de los pelos amenazándolo y no puedo más, le toco el hombro, el gordo se da vuelta desenfrenado, es un sabueso que en cualquier momento puede tirar el tarascón, le digo que soy abogado, que no puede amenazar y agarrar así a un detenido. Le pregunto el nombre. Raúl Gómez macanea. Llegamos hasta una de las patrullas, le digo lo mismo a los otros azulados. Oídos sordos. Con Matías vamos hasta la comisaría a cumplir nuestro rol de “abogados”, se ponen nerviosos y nos dicen que ya lo soltaron pero que el pibe no aparezca, no hay caso, no hay dialogo posible, nos vamos.



Si, este es un pueblo tranquilo, el control social se ejerce con lo explícito, lo que no se ve no existe. Lo importante es apretar a los del PO o al MTL, me cuentan amigos/as, mientras el fiolo se lleva a la piba a otro bar, esta no es una buena plaza. Algún camionero solitario, algún viajante de esos que comen en el rey del bife o en la parrilla de los camioneros, o algún cincuentón aburrido de su esposa sabrá degustar una piba de 16. Mientras el gordo X pasa tranquilo y saluda por la mesa. Es el dealer de lujo, sólo le vende a médicos y profesionales reconocidos del medio la mejor merca. Duro trabajo el de meterse en los villerios de Capital y saber elegir buena calidad y también ver como la rebajan para la gilada, ese tubo fluorescente ayuda bastante, cuantas narices sangrarán por la marginalidad de Capital y alrededores.



En medio de todo esto las lolitas afloran como los sapos en estas épocas. Fashion TV hace estragos por estos lares y las niñas desfilan de un lado al otro del bar.

Y nos reímos en la mesa.

martes, 11 de enero de 2005

Una noche todas las noches (parecidas pero diferentes)

Llega la medianoche y el imán del primer bar apropiado en los albores adolescentes me atrae hasta sus mesas o su barra. A esa hora aún hay lugar, más tarde será un enjambre bullicioso. Un poco de rock and roll para abatir al embotamiento de pueblo y de excesos culinarios.



El bar todavía está apacible, saludo a algunas de las mozas (las que se encargan del sector “marginal” ), amigas ocasionales de estos días, estamos con Matías (o no), me encuentro con gente, despuntamos el vicio de la charla, junto a los vicios de puchos y bebidas. A veces no pasa nada, noches tranquilas. A veces alguno trae sus carajos, o los demás pasan con sus carajos, como la policía que inunda las calles de este controlado caserío. Mucha tropa riendo en las calles, pienso. A los pibes (los rolingas) del pueblo se los persiguen continuamente.



Se arma el revuelo, dos camionetas y policías de civil con palos, se llevan a uno. Los otros están enfrente al bar, uno (que conocí estos días) esta tirado muy “dormido”. Antes que la cana decida actuar lo traemos a la camioneta, paseamos, le preguntamos donde vive, murmurea palabras inconexas, pero poco a poco va reaccionando. Ya es de día y el gordo patotero del palo cargado de amenazas y resentimiento no está; si los amigos del rolinga, lo dejamos y esta noche finaliza ya sin oscuridad.



Mucha tropa riendo en las calles.
con sus muecas rotas cromadas.
y por las carreteras valladas
escuchás caer tus lágrimas.

Nuestro amo juega al esclavo
de esta tierra que es una herida
que se abre todos los días
a pura muerte, a todo gramo.
violencia es mentir.
formidables guerreros en jeeps.
los titanes del orden viril.
¿qué botines esperan ganar?
si nunca un perro mira el cielo.
si hace falta hundir la nariz
en el plato lo vamos a hacer.
por los tipos que huelen a tigre,
tan soberbios y despiadados.
violencia es mentir.



Patricio Rey y sus redonditos de ricota

lunes, 10 de enero de 2005

Rutinas

Me levanto a las 12:30, los Landi ya llegaron a la quinta. Landi mayor protesta porque tuvo que venir en remisse porque Landi hijo mayor se durmió.


Este año la preeminencia de amigos/as es de Landi chica. En unos días Landi mediano vendrá con sus compañeros/amigos de feria. Landi hermano mayor está como bola sin manija. Lee, escribe boludeces, nada en la pileta, a la tardecita sale a dar alguna vuelta, va al cyber, pasa por lo de Tato (y de eso no va a hablar, lo pone muy mal, se le llenan los ojos de lágrimas, así que en otro momento desembuchará). Cena en la quinta con los Landi y los Zarate, alguno cocina. Estos días se está pasivo, aletargado. Serán los piononos o las costillas de lechón que atraviesan las neuronas, o el jamón casero, o...


Será el hecho de estar en domingos constantes, quien sabe.