lunes, 15 de julio de 2013

Un hermoso día en Ciudad Hervidero

¿Por donde queda lo del Cuca? pregunta Gabi, le contesto “parada Carlos Gardel ..., es la estación del Abasto


De más está decir que siempre despotrico un poco ante una ida a la bombardeada BA. En general, el conglomerado urbano más grande de la Argentina me resulta muy violento, las mayores inequidades se expresan de manera obscena en esa ciudad. Si bien no puedo negar que mi hermano y amigos siempre se encargan de que la disfrute, y eso hacemos cada vez, no deja de ser la ciudad de la furia, donde las clases dominantes se regodean en sus plusvalores ganados ante la vista de millones (si ya se, soy repetitivo).

“Arde de sirenas y de canas Buenos Aires” Canta el Cuca mientras vamos a buscar la tercer bici a lo de la Flaca. En breve empezamos el recorrido. Que el viaje sea en bici cambia drásticamente el panorama, el sol del incipiente invierno ayuda a despejar la humedad de la última semana y a secar un poco las mohocidades de mi cabeza sacudidas por la inundación. Pedaleamos, pedaleo, pe – da – leo. Que hermosa palabra, si, desde que anduve en mi primer querida bici inglesa verde piñon fijo, comprada en un remate por mi viejo, el pedaleo es la mejor reconfortante forma de transporte, en el sentido de sentir el viento, el equilibrio, el viaje. Ni pensemos que salir en bici a algún lugar determinado por el ocio y la contemplación, vale doble.

Primer parada: Planetario, sacamos entradas para “una vuelta por el universo”. Mientras vamos pasando por el aeroparque pienso en las pequeñas territorializaciones que hace cada habitante para poder habitar ese lugar. En ese día de ocio, las personalidades se expresan tomando una porción de esa inmensidad de cemento. Unos con su música en el auto, mientras pescan. Otros con sus rollers y pequeñas valizas para esquivar, denotando que esa porción de territorio está ocupada. Mientras pienso en eso, un avión de austral, aterriza, mientras un tren de carga color rojo va pasando por el mismo cuadro de una foto que solo puedo retener en la retina, ya que salí sin cámara. Una imagen del sueño de la modernidad.

Segunda parada: Parque de la Memoria y entrega absoluta a la contemplación, los mates y micro charlas, no era necesario más. Hacia la caída del sol vino la tercer parada: el barrio chino y una búsqueda de un muñequito: May, la niña protagonista de “Mi vecino Totoro” uno de los animés que Renata más ha visto. Realizada la búsqueda vamos por los pinchos de cabritos, de camarón y empanadas de verdura y demás exquisiteces culinarias al paso. A pansa llena, corazón contento y una nueva última parada: el planetario y un viaje a las estrellas, digamos, alucinante.

De vuelta en La Plata nos da cuenta que aquí nada ha pasado. Luego de la marea que se llevó ilusiones y vidas, la inundación de marketing político nos hace creer que eso es algo lejano, que no hay ningún responsable más que el cambio climático y que se está haciendo todo para que ya no nos pase. Además de que valen unos pocos miles llorando las ausencias. Poco importa que el emporio inmobiliario siga haciendo edificios por doquier que pocos van a poder habitar. Aún así, intento empecinadamente en retomar el equilibrio de los días previos al 2 de abril, donde proyectos y juegos, trabajos y paternidad encajaban en unos asentados felices 38 años. Gracias hermano