viernes, 16 de enero de 2004

Crónica del crucero a la nada 5 / Lago Fonk chico

Lago Fonk chico

Me estoy echando un cago en cuclillas, la mejor posición (según mi gusto de reminiscencias a pelela). Estamos en el lago Fonk chico, se accede por un camino que los mapas sugieren sólo para 4 x 4. Una senda imposible con la carcaza a veces tocando fondo pero no menos emocionante.

El olor del cago es aceptable, de fondo suena Manu Chao y la competencia de quién prende primero el faso es terrible, todos queremos pero nadie da el primer paso. Vuelvo al campamento, los tres cumpas leen y me anotician de que la apuesta se sube y que PPLuí no puede incluso fumar puchos. (ampliar). Quien sabe como terminará esto, pero basta vamos a cosas más interesantes, hoy levantamos campamento de lago Mascardi, anduvimos por las cascadas de los alerces con su fuerza incontenible de agua esmeralda cayendo y haciendo espuma. Éxtasis visual, nada más que eso y más adelante, donde los turistas poco decididos no se aventuran. En un descanso que da la correntada nos metimos.

Como es el método de este viaje, al menos el que se me ocurre en este momento, bien: un gaucho desdentado, o Antonio del camping de ATE, o el gendarme Ramírez o Fernández o alguno de los eventuales acompañantes que nos hacen dedo nos dicen un lugar y para allá vamos. De esta forma hoy caímos a este lago, donde florece cesped dichondra o algún similar. Pareciera que estamos en esas plazas ultra cuidadas de ciudad, pero no, nace sola y sin gente salvo el guardaparques[1] que pasa (especulamos[2]) leyendo cuentos regionales argentinos, I ching y Castaneda, según el relojeo que hicimos en la cabaña mientras nos asesoraba. Pero basta de nuevo los 7 Locos me esperan, vengo lento pero no importa, poco importan estas cosas en este ya rally a la nada. No hay autopistas, bocinas, transeúntes apurados, internet, electricidad, teléfono. Sí tabanos, muchos y grandes, enormes, por eso seguimos recomendando no venir. Imagínense, no tenemos pan ni galletitas, ni harina, no podemos hacer fuego en este santuario, el gas que el calentador posee es escaso. Que más decir, no vengan se van a aturdir de silencio y tranquilidad, quien quiere eso en estos días.



[1] Carlos como luego nos enteramos que se llamaba y que no era guardaparque, sino voluntario.

[2] Especulabamos mal

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